Museo de Geología

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Alegoría de la Geología [Pintura]

Descripción

Sevilla, F. y V. Renau (ca. 1906). Alegoría de la Geología [Pintura]. Ciudad de México: Museo del Instituto de Geología, UNAM.
Como parte de la decoración del Museo de Geología de la UNAM (antiguo Instituto Geológico Nacional) la Sala de Consejo (también conocida como Sala de la Dirección) ubicada en el primer piso del recinto cuenta con el plafón de la “Alegoría de la Geología” de la autoría de Fernando Sevilla y Vicente Renau enmarcado por un casetón de madera.

Sevilla fue un afamado comerciante residente en la Ciudad de México, quien estuvo afiliado a la Colonia Española y el Casino Español. Hacia 1904 se asoció con Renau para establecer la “Compañía Pictórica y de Artes Decorativas” bajo la razón social “Sevilla y Renau”. El taller fue inaugurado en 1906 en la antigua 5a calle Ancha no. 3 (actual Luis Moya), en el cual se ofrecía toda clase de trabajos de pintura, decoraciones, ornamentaciones de yeso, carpintería, ebanistería y talla. Estos notables artistas con su arte decorativo embellecieron varios edificios de la capital, entre ellos la Dirección del Instituto Geológico Nacional, obra que les fue encomendada exprofeso para ornamentar el recinto de los geólogos de México, inaugurado de manera oficial el 6 de septiembre de 1906 cuando en México se celebraba el X Congreso Geológico Internacional.

En la “Alegoría a la Geología”, se aprecia un paisaje montañoso de rocas sedimentarias o calizas relacionadas con los fósiles y antiguos mares. Queda manifiesto el “tiempo profundo”, por un lado, el relieve o corteza terrestre que es la parte más superficial de las capas de la Tierra, y por otro, las capas internas referidas al manto y núcleo, alusivo a procesos magmáticos, formados a lo largo de millones de años.

En primer plano, en medio de un paisaje rocoso de fondo se ubica una matrona romana que personifica a la geología; viste una estola de color blanco y una palla de color verde. Está sentada sobre una roca, que asemeja una cantera. Porta en la mano izquierda una antorcha encendida, donde el fuego es la luz del conocimiento, toda vez que la ciencia nos ilumina para conocer más de la naturaleza de nuestro mundo. La geología, surgida en el siglo XIX, fue la encargada de arrojar luz y conocimiento a los hombres sobre el lugar en el que viven y habitan, la Tierra, y comprender los procesos terrestres. Con la mano derecha sostiene una gema preciosa, una brillante esmeralda, alusiva a la mineralogía, ciencia dedicada al estudio de los minerales y mediante la cual se explotan los frutos de la Tierra.

Los dos querubines muestran el alcance de la geología y las disciplinas afines. El de la izquierda está rodeado de reliquias del pasado, los fósiles, objetos de estudio por excelencia de la paleontología: una laja con un helecho fósil sostenido por una de sus manos y en la otra, un mazo, herramienta imprescindible de los geólogos para romper y obtener muestras grandes de rocas y extraer materiales de construcción. El mazo es un elemento transformador que da forma, moldea y desvela los secretos de la naturaleza.

El amorcillo de la derecha de pie está apoyado en libros y abraza un tratado científico, el cual parece ser expuesto, como un maestro enseñando una lección. Como referencia a que, los resultados de la ciencia, la información más aséptica, precisa y comprobable circula y se difunde en medios impresos y, a la idea del progreso que la humanidad había alcanzado por la intervención de la ciencia.

A los pies de los querubines se aprecian además una caracola, un amonite, un cráneo de mosasauro, lagarto acuático extinto del Cretácico de la era Mesozoica, un libro de lomo marrón que semeja un Boletín del Instituto Geológico Nacional y un microscopio de hierro y latón en el que se distingue el tornillo micrométrico que sirve de perilla para ajustar el objetivo en el eje z, utilizado desde finales del siglo XIX para hacer láminas delgadas. El cráneo que está a los pies de este segundo querubín alude a los Uintatherium, un género extinto de mamíferos del Paleógeno descubiertos por primera vez en Estados Unidos en 1872. Este cráneo extraño es una alegoría a lo desconocido, a lo que falta por descubrir y que será develado por los paleontólogos.

En la parte inferior de la pintura al fresco se representan diferentes minerales, entre ellos una cianita en esquisto de talco, una rodocrosita, una malaquita con azurita, un cuarzo con amatista, una crisocola y un cristal cúbito de color rosa parecido a la halita (sal común) y el interior de la Tierra. En conjunto, se plasmaron paisajes, objetos e instrumentos de las ciencias geológicas modernas profesadas en el “Palacio de las Ciencias de la Tierra en México”: el Instituto Geológico Nacional, hoy Museo de Geología de la UNAM.

Radactado por:

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Dra. Lucero Morelos R.

Programa

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